Copa Mundial de Clubes de la FIFA 2023™

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martes 30 noviembre 2021, 17:00

2018, un año antológico para el fútbol ruso

  • El éxito de Rusia en el Mundial ha tenido continuidad después

  • La Sbornaya ha subido en la jerarquía mundial y goza de un apoyo renovado

  • La asistencia a los partidos crece gracias a los estadios de Rusia 2018

La Copa Mundial de la FIFA 2018™ resultó un éxito en muchos sentidos tras superar las expectativas previas, así que Rusia puede estar orgullosa de haber organizado uno de los mejores Mundiales de la historia.

Uno de los principales objetivos del país anfitrión era crear un legado futbolístico para las generaciones venideras. Los efectos de Rusia 2018 se seguirán notando durante muchos años, pero las consecuencias positivas ya han podido apreciarse en los seis primeros meses posteriores al campeonato.

El ascenso de la selección rusa

El Mundial deparó un giro en la suerte de la Sbornaya. Antes de empezar el certamen, Rusia ocupaba la posición más baja de las 32 naciones en liza (70ª), pero sorprendió a los escépticos alcanzando los cuartos de final.

Tras la exitosa campaña en suelo patrio, el combinado de Stanislav Cherchesov ha concluido el año de forma bastante satisfactoria (3 victorias, 1 empate y 2 derrotas en la Liga de Naciones de la UEFA y un par de amistosos). De ese modo, Rusia se ha metido entre los 50 primeros de la Clasificación Mundial FIFA/Coca-Cola, aunque las derrotas en sus dos últimos encuentros contra Alemania y Suecia hayan frenado su progresión. El próximo reto para el equipo será la fase de clasificación para la Eurocopa 2020, donde a priori se perfila como el principal rival de Bélgica en el Grupo I.

Durante este tiempo, la plantilla se ha visto renovada en gran medida, tras la renuncia a la selección de varios jugadores veteranos. Los más jóvenes ya tienen modelos en los que fijarse tras la admiración que despertó la actitud de Rusia en el Mundial, primando siempre el equipo sobre las individualidades.

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Popularidad creciente de la selección

De hecho, el principal efecto positivo puede apreciarse al margen de los números: con sus actuaciones en el Mundial, la selección rusa ha vuelto a ganarse el cariño de la población, cumpliendo el importante objetivo que se había marcado Cherchesov.

Después del campeonato, Rusia ha jugado en Rostov del Don, Kaliningrado y Sochi y, al igual que en el Mundial, el equipo fue recibido con estadios llenos y un apoyo entusiasta. Los niños rusos ya no sueñan con conseguir camisetas y autógrafos de Lionel Messi, Cristiano Ronaldo o Neymar, sino de Denis Cheryshev, Roman Zobnin, Aleksandr Golovin y, por supuesto, Artem Dzyuba. Los instructores en las escuelas atestiguan que, desde el Mundial, el número de chavales interesados en practicar fútbol se ha triplicado.

Dzyuba constituye un fenómeno aparte. Gracias a su rendimiento en el Mundial, el imponente delantero centro se ha convertido en un verdadero héroe nacional, inspirando a todos tanto con sus importantes goles como con sus incontroladas muestras de emoción y su capacidad para unir a compañeros y aficionados en torno a un objetivo común. Juegue donde juegue, al ariete del Zenit le piden autógrafos… incluso los seguidores de los equipos contrarios. Cuando Igor Akinfeev anunció su deseo de centrarse únicamente en el fútbol de clubes, la decisión de nombrar a Dzyuba nuevo capitán de la Sbornaya resultaba obvia. ¿Quién si no?

Nuevos récords de asistencia

El auge del interés futbolero en Rusia puede apreciarse más claramente en las cifras de público en los estadios; muchos de ellos construidos expresamente para Rusia 2018. Aunque no todos los clubes y ciudades tuvieron la suerte de obtener un nuevo feudo, los promedios de asistencia están mejorando gracias a las sedes mundialistas.

Donde más intensamente se nota la fiebre post-Mundial es en San Petersburgo. Hace dos años, el Zenit tenía serios problemas para llenar su viejo estadio de 20.000 localidades, pero ahora supera regularmente los 50.000 espectadores. Gracias a su nuevo campo, el FC Rostov ostenta actualmente cifras de público similares a las del Spartak de Moscú (en torno a los 30.000). Asimismo, que el Krylya Sovetov atraiga a más de 20.000 aficionados es un orgullo para la ciudad de Samara.

Durante 15 años, la liga rusa venía ofreciendo una media de 11.000-13.000 espectadores, pero esa cifra supera ahora los 17.000 y parece dispuesta a seguir aumentando. Al cabo de 17 jornadas de la temporada 2018/19, el promedio oficial de asistencia es de 17.023, frente a los 13.971 de la pasada campaña. En este último año, la liga rusa ha adelantado a Portugal en esta faceta, se ha puesto a la altura de Países Bajos y empieza a seguir la estela de Francia.

En la segunda división rusa, la media de asistencia casi se ha duplicado respecto al curso anterior: de 2.610 a 4.663; gracias a que cinco clubes de la categoría juegan ahora en cinco estadios de Rusia 2018 (en las ciudades de Sochi, Volgogrado, Nizhni Nóvgorod, Saransk y Kaliningrado). Los promedios de público del Rotor Volgogrado (22.054) y del FC Nizhny Novgorod (19.794) superan incluso a los de la mayoría de equipos de primera división.

El principal estadio del Mundial de 2018, el Luzhniki moscovita, tampoco ha permanecido inactivo. Además de ser el feudo principal de la selección rusa, de vez en cuando alberga compromisos de clubes: el CSKA de Moscú decidió jugar allí sus partidos en casa de la Liga de Campeones de la UEFA 2018/19. El traslado estuvo totalmente justificado, ya que el promedio de asistencia en los tres encuentros de la fase de grupos fue de 63.052 espectadores, con los 71.811 aficionados que presenciaron el histórico triunfo por 1-0 del CSKA sobre el todopoderoso Real Madrid como punto culminante.